Hola ¿cómo estás? Si estás leyendo esto… no es casualidad.
Quiero darte la bienvenida a este momento especial.
Quizá llegaste hasta aquí porque algo dentro de ti se mueve cada vez que ves a alguien sufrir…
Quizá porque has sentido esa inquietud de acompañar a otros con la Palabra, o simplemente porque te identificas con el dolor y la restauración.
Este no es un simple ejercicio.
Es un espacio donde puedes preguntarte con sinceridad:
👉🏼 “¿Será que Dios me está llamando a servir como consejero(a) bíblico(a)?”
Y si esa pregunta ha rondado tu corazón más de una vez…
Quiero ayudarte a discernirlo con claridad.
Tómate este momento como un tiempo a solas con Dios.
Prepara tu Biblia, un cuaderno, un bolígrafo… y sobre todo, tu corazón.
Duración sugerida: 30 a 40 minutos
Materiales: Biblia, cuaderno, bolígrafo y un lugar tranquilo
Paso 1: Ora antes de comenzar
Este no es un test cualquiera. Es un momento entre tú y Dios. Así que antes de comenzar, inclina tu corazón en oración. Puede ser algo tan simple y honesto como:
“Señor, examina mi corazón. Si este deseo viene de ti, confírmamelo. Si me estás llamando a acompañar a otros con tu Palabra, muéstramelo con claridad. Que no sea por orgullo, sino por compasión, por obediencia, y por amor a tu verdad.”
Paso 2: Reflexiona con estas 5 preguntas clave
Tómate tu tiempo. Escribe tus respuestas con sinceridad. No hay respuestas correctas o incorrectas. Solo verdad.
1. ¿Qué siento cuando veo a otros sufrir?
- ¿Ignoro el dolor ajeno o algo dentro de mí se mueve?
- ¿Me quedo sin saber qué hacer o desearía tener palabras para consolar?
- ¿He sentido frustración al ver a otros buscando ayuda donde no está Dios?
Escribe alguna situación reciente donde sentiste ese deseo de consolar o ayudar a alguien
2. ¿Dios me ha consolado en medio del dolor?
- ¿Has pasado por heridas, traumas, duelos, fracasos o pecados que Dios ya sanó?
- ¿Has visto cómo la Palabra de Dios trajo consuelo cuando nada más servía?
- ¿Sientes que todo lo que viviste no fue en vano y podrías usarlo para otros?
Haz una lista corta de 2 o 3 momentos donde Dios te haya restaurado y escribe cómo lo hizo.
3. ¿La gente suele buscarme para hablar de sus problemas?
- ¿Te das cuenta de que muchos se abren contigo fácilmente?
- ¿Te han dicho frases como “me ayudas a ver diferente”, “gracias por escuchar”, “me das paz”?
- ¿Te quedas pensando en cómo podrías haberlos ayudado mejor con la Biblia?
Haz memoria: ¿quién fue la última persona que te buscó para desahogarse o pedir consejo? ¿Cómo te sentiste?
4. ¿Amo la Palabra de Dios lo suficiente como para estudiarla y compartirla?
- ¿Te nace el deseo de profundizar más allá del devocional diario?
- ¿Sientes pasión por enseñar, corregir o consolar con versículos bien aplicados?
- ¿Te emociona pensar que la Biblia tiene poder para cambiar vidas?
Escribe el último pasaje que Dios usó para confrontarte o consolarte. ¿Cómo lo aplicarías a otra persona?
5. ¿Esta inquietud ha sido constante?
- ¿Este llamado ha aparecido más de una vez en tu corazón, predicaciones, conversaciones o tiempos de oración?
- ¿Has sentido que es algo más que una idea pasajera?
- ¿Has deseado formarte, pero por miedo, lo has postergado?
¿Desde cuándo sientes esto? Escribe si has intentado ignorarlo o si ha crecido con el tiempo.
Paso 3: Medita en este pasaje
2 Corintios 1:3-4
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.”
Reflexiona:
- ¿Este pasaje habla de ti?
- ¿Te sientes como alguien que ha sido consolado para consolar?
- ¿Entiendes que tu dolor puede tener un propósito más allá de ti?
Escribe: “Señor, gracias por consolarme en…” y completa con tu experiencia.
Paso 4: Haz una tabla de discernimiento
Mira tus respuestas… si varias columnas se repiten, es probable que Dios ya esté mostrándote el camino. Sin embargo, es importante entrar en oración constante para que el señor te muestre.
Paso 5: Ora para confirmar
Termina este tiempo con una oración sincera:
“Señor, gracias por hablarme hoy. Si este llamado es tuyo, abre las puertas. Si debo formarme, muéstrame dónde. Si debo comenzar, dame dirección. Aquí estoy, dispuesto(a) a consolar a otros como tú me consolaste. Amén.”
✅ ¿Y ahora qué?
Si este ejercicio te hizo llorar, pensar, identificarte, o sentir paz, entonces no lo ignores.
Dios no deja inquietudes al azar… deja llamados.